Mamás y papás, hoy nos hemos convertido en auténticos
panaderos. Después de lavarnos muy bien las manos, las hemos hundido en un bol de harina, tan fina, tan
suave, tan blanca que nos ha producido una sensación muy nueva y divertida. Abríamos
y cerrábamos nuestros dedos intentando atraparla y se nos escapaba una sonrisa
pícara porque en casa, hasta ahora, no nos habían dejado hacer esto.
Con las manos blancas y un poco de harina en nuestra mesa ya
estábamos preparados para trabajar. Empezamos manipulando nuestra bolita de
masa para ir dándole forma de bollitos, palotes, barras de pan… y con nuestro
rodillo, muy limpio para la ocasión, hicimos base de pizzas y tortitas. ¡Todo
un festín!
Comprobamos el olor tan agradable y familiar de la masa de
pan, experimentamos con su textura algo pegajosa, que nos provocaba risa y… ¡queríamos
comérnosla! Pero nos dimos cuenta que faltaba algo: necesitaba calentarse en el
horno para ponerse crujiente. Así que, ni cortos ni perezosos, algunos alumnos
se fueron directos al microondas de la cocina de nuestro restaurante y metieron
su elaboración para que terminara el proceso. Me moría de risa, aunque ellos no
lo comprendían y me miraban serios. Entonces les explique que nuestro electrodoméstico
era precioso y nos servía para jugar pero que no calentaba de verdad, a lo que
ellos me respondieron… ¡pues ponle pilas!!!
Me los comía a besos!!
¡Cuánto saben nuestros niños! ¡Y qué actitud más positiva y
resolutiva ante los problemas! Resultó una experiencia fantástica.
Saludos.
Susana Chacón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario